martes, 24 de febrero de 2009

Una larga caminata...

Hoy es un día especial. Ni frío ni calor, especial para salir a caminar. Entre tanta inspiración y pensamientos locos, lo único que se me ocurrió es escribir, ¿y el motivo? mmm, porque acá escribo cosas que quisiera recordar, ideas extrañas o algunas fechas importantes (ese es un buen-mal hábito que adquirí de la nada hace algunos meses). El problema es que para empezar a escribir se debe tener alguna noción de lo que se quiere plasmar, y claro que no queremos solo superficialidades, así que entre una y otra cosa me decidí a hacer un mini-recuento, recuento de cosas que me acompañan, vivencias locas, y ¿por que no? algunas infidencias (lo último era broma, ¿creían que yo iba a hacer eso?, pues si lo pensaron, aun no me conocen lo suficiente).
Como iba diciendo, hoy es un lindo día, y como lo amerita, me encanta disfrutar de largas caminatas, a veces sin sentido, lindas veces acompañada. Podría cruzar Santiago si mi estado físico y mi animo poco motivado para ese tipo de actividades me lo permitieran, aunque hice cosas grandes por tus motivaciones. Caminando y caminando suelen hacerse heridas, los pies duelen, los deditos se llenan de parches curitas, y la sed embarga nuestro errante cuerpo, pero pocas veces vale tanto la pena.
Hay una caminata que recuerdo, y en especial con este extraño clima. Fue un día de lluvia, un loco día que me hizo cantar bajo la lluvia luego de un par de horas en una sala de museo con música de tortura. Ese fue de esos días que, por inusuales, pueden llegar a marcarte, y más si se repite pocos días después. Si no han cantado y bailado bajo la lluvia, sin temer al ridículo, ni al resfrío, entonces se han perdido de muchas otras cosas, porque hay que tener una mentalidad peculiar para disfrutar de esas pequeñas cosas, ya sea en el centro de la ciudad o en una plaza lejana, sobre la arena húmeda o bajo el pisoteado cemento. Estos son más que recuerdos, y lo sabes.
Lo mejor de todo es que las caminatas no siempre son en lugares apartados, sino que podemos disfrutar conociendo a otra gente, un tanto distante, desconocida, cosa no muy importante si el tiempo y un poco de esquicita curiosidad e interés entran en juego en nuestro viaje. Déjenme ser ingenua y pensar que hay alguien que disfruta manejando estos factores en nuestras vidas, lo llamaré azar humano (no muy creativo, pero que más querían este día). Este azar desquiciado, como cada uno de los transeúntes de esta ciudad, hace que personas como tú y como yo sean capaces de compartir este andar, que a la larga son un montón de anécdotas, momentos y delicias que solo tú y yo conocemos.
De lo anterior pasamos a ser conocidos, y si tenemos suerte (es decir, si le achuntamos), llegaremos, o llegamos, a ser demaciado conocidos. Digo suerte, porque de alguna manera uno "elige" quién quieres que tenga este beneficio de "conocerte" más de lo usual entre dos personas. Hablo de ir de compras; almorzar con alguien no solo por el hambre en común; empezar a desenmarañar antiguas historias contigo; disfrutar de la gastada risa no solo por lo chistoso, sino por lo lindo que te veías; y cosas que me encanta guardarme, como suelo hacerlo.
Este viaje empieza como una interesante ocupación que es el descubrir al otro, identificar reacciones, y sentir con ellas por el solo hecho de venir de ti. Pronto se desarrollan otras manifestaciones inesperadas de este andar, las defino como pequeñas transformaciones, cambios o conductas que la caprichosa personalidad saca a relucir con el pasar de las semanas (varias semanas). No es que nos entreguemos a la manipulación ajena y pase a segundo plano nuestra voluntad, más bien es aprender a aprender, a ceder, a querer, a dar, a preocuparse de la nada, a disfrutar al enloquecer, a luchar contra la censura, y sobre todo tres cosas, confiar, respetar y ser sincero con el otro (y consigo mismo).
Avancemos a pasos largos, hay partes del camino que se olvidan, otras difícil de recordar, algunas difícil de querer explicar, y otras muchas que me encanta conservar (aquí van los pasos nerviosos, los casi descubiertos por quienes no queríamos, los chistosos, los emotivos, en definitiva, los inolvidables).
¿Qué nos queda de todo esto? No siempre cada paso es sin sentido. A veces decimos que no a lo que verdaderamente queremos (o sentimos). Sigo con lo de aprender, porque creo que es lo más importante, lo que te hace crecer (y, aunque no lo pienses, cambiar). Parto con lo que un día poco recordable me pediste, y es que sí, tal vez no de excelente manera, pero siento haber superado en parte (y digo en parte porque no soy perfecta) mi indecisión; quiero y practico más a menudo el tomar mis propias decisiones, no por obligación, ¡por deseo! esto puede sonar chistoso e increíble, lo sé, es un humilde intento por superarme, y quererme un poquito más; aprendí que me lo merezco, y que... puedo!!
Aprendí también que no soy solo un cuerpo bonito (en realidad, me gustaba decir eso en momentos chistosos, pero nunca pensé serlo), ¡¡¡ego, ven a mi!!! naaaa, lo que no quiero es ser una mujer superficial (esto si que siempre lo supe y no lo quise, y si alguna vez lo fui, omite comentario).
No puedo dejar de lado que aprendí a confiar, en ti, pero más en mí. Confié en lo que era capaz de lograr, en los desafíos que me propuse, en que podía llegar a ti con una leve mirada, y ser feliz solo con eso. Confié en tus pasos, y aun lo hago, confié en que lograrías confiar en mí, y vaya que lo supiste hacer, de la mejor forma y con tu mejor virtud, tu sinceridad.
Otras cosas "extrañas" que sé ahora es que un día puede ser más largo de lo que se quiere; la música se disfruta mejor si te la cantan (y si es en ingles, me mata); un parque lleno de pasto no es un rato con alergias severas (o no solo eso); el cine es una gran diversión, aunque la película sea una real basura publicitada como el mejor queso suizo; la biblioteca no solo tiene momentos ñoños, sino que, ultra ñoños (pero son geniales, entre ñoños, y no tan ñoños); el are-burguer la lleva; que rico es dormir en la pajarera; mi mayor obsesión es el papel higiénico; me encanta el dos (y que decir del 22) aunque creo que lo que más me gusta es celebrar, así que si falta algún motivo, pero mis ánimos ansían festejo, siempre seré capas de inventar algo; a veces prefiero no pensar, otras odio no pensar, o más bien, no saber que decir (a esto lo llamaría auto limitación o shock emocional irracional, para exajerar un poco, no te asustes); disfruté de muchos silencios, pero otros eran desesperantes (la causa es el punto anterior); un abrazo es el mejor remedio (no siempre lo es un beso); me importa poco lo que opine de mí el resto (o menos que antes); sigo odiando las alturas, claro que si son unas manos las que te levantan y te hacen girar y girar en el aire, mmm, te puedes llegar a enviciar; ya no me gusta tanto bailar; dicen que un gesto vale más que mil palabras, mi teoría es que hay gestos que no sabemos interpretar, y solo las palabras son realmente honestas con quien se ama; puedes hacerte esclavo del celular, y hasta dormir con él, mas yo prefiero reemplazarlo con un puercoespín (cuyo nombre no revelaría si esto fuera cierto); y por ultimo, para dejar un poco la lata, aprendí que cada uno tiene su naturaleza, su propia forma de ser, pero sí lograste perderte en mi naturaleza, en mis errores, en mis locuras y tus locuras, mi velador tiene encima una cajita con la prueba de eso.
Ya mis pasos están cansados, me refiero a que dejaré de escribir, el café y la charla de hoy me hicieron volar, mis neuronas emotivas se sobre-activaron y no quiero olvidar lo ultimo y no menos importante que aprendí. ¿Cómo se dice? esa palabra, comprometedora pero librante, Amar, eso rescato de este recuento. Si me preguntan, lo que más me gusta es amar, entregarse a una aventura donde lo que más temes es perder, y sin hacer caso a ello, tomar el riesgo, "achuntarle", dejar que un desconocido desordene tu interior, y no temer a eso, por favor, no temer. Creo que lo aprendí bien (dicen que soy buena alumna), y si enumero cada día de aciertos y errores, tengo la certeza de no arrepentirme de nada ¿De qué vale tomar riesgos si después nos arrepentimos? No, esa palabra no me gusta, podemos mejorar las cosas o dejar de hacerlas, pero no arrepentirnos de ello, y parece que estamos de acuerdo en eso.
Cada día es distinto en mi vida, pero este es especial, porque así me hiciste sentir, hoy, y desde el primer día, y sin que te lo tomes a mal, te lo quiero agradecer, porque, y lo repito, me hiciste sentir especial, como siempre a tu manera lograste hacerlo desde hace ya tiempo, y me recordaste que soy mujer; que puedo ser una linda persona con quien más quiero; que puedo sentir más de lo manejable racionalmente hablando; puedo ser bonita ¡y que me lo digan! no solo tu, también yo misma; recordé que mi, digamos exótica, personalidad me permite llorar y reír en menos de cinco minutos, mas ahora comprobé que tu también puedes; y lo mejor, tengo la certeza de que tengo un lugarcito privilegiado por algún rincón de tu corazón, de ti Lorenzo, no sabes lo feliz que soy al poder escribir esto.

¡A seguir caminando!
Es 24 de Febrero de 2009, mañana es otro día, quizás que sorpresas nos encontraremos en dos, cinco, diez, veinte años más (me alargué mucho), aunque te confieso algo, ojala no sea un médico!! mis favoritos estudian ingeniería, son algo ñoños, les gusta jugar play, y conquistan solo con su forma de ser (las cualidades físicas y un lindo bigote son un graan bonus track, jejeje).
Me voy caminando, dando nuevos pasos en este loco mundo, pero antes, un sentido beso y un gran abrazo a mi querido Lorenzo, mi cabro lindo, mi buen compañero.